domingo, 22 de junio de 2014
UNA JORNADA ÉPICA
SUMILLA
Diez horas, del 19 de julio. Concentración, complejo deportivo del colegio de ingenieros en Sabandía. Una mañana calurosa y cargada con una meteorología que parece ser benévola. Dispuestos al reto, y con ansias de triunfar en esta jornada deportiva.

Sabandía
Katherine Sheyla Surco Labra
Katherine.surcolabra@gmail.com

Tras conmemorarse su vigésimo segundo aniversario de creación. La Escuela Profesional de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de San Agustín llevó a cabo este jueves 19, la mañana deportiva interclases. Una de las actividades más comunes que se celebra todos los años, en las disciplinas de fútbol varones y voleibol damas.

La inauguración comenzó con dos horas de retraso, puesto que los asistentes a la ceremonia y estudiantes tardaron en llegar. Nueve salones, del primero al quinto año congregaron al club deportivo del colegio de ingenieros. Se hicieron presente, la directora de la escuela, Mg. Karola Lara Manchego, el Dr. Fredy Gonzáles Bedoya, la Mg. Vanessa Oviedo Medrano, la Dra. Eliana Aranibar, el Lic. Salvador Luque y el Lic. Robert Silva Fernández, que dieron realce a la ceremonia.

El deporte tiene el poder de unir a las personas, cosa que otras actividades muy pocas veces lo hacen. En la cancha los jóvenes se llenan de algarabía, entusiasmo y entienden un mismo lenguaje. El jugar y darlo todo por amor a la camiseta, no solo implica ello, va mucho más allá de obtener una medalla o copa. Es solidaridad, amistad, compromiso y lealtad.

El club, un lugar que despierta tus emociones, el ambiente acogedor y placentero, con amplio espacio y zonas de esparcimiento. Cuenta con 4 canchas: de fútbol, básquet, voleibol y dos de frontón. Donde el paisaje campestre, las áreas verdes y la madre naturaleza, te apartan del ruido de la ciudad.

Un silbato anunciaba el inicio de la jornada deportiva.  Una tras otra sección desfilaba, por el estrado principal. Mascotas, globos, carteles, pelotas se escucharon aquella mañana. Terminada la inauguración se dio paso al campeonato, con el primer partido de vóley, entre las secciones de 3ro A y el 3ro B.

Las chicas del 3ro B comenzaron el partido con el pie derecho, el primer punto fue a su favor. Pero la tensión se apoderaba de ellas. El nerviosismo las delataba y hacía que perdieran puntos a favor del equipo contrario. La falta de comunicación casi las lleva a no ganar el primer set; sin embargo el aliento de sus compañeros las animó y lograron recuperarse. 


El segundo set, fue menos tenso, las chicas tenían la victoria en sus manos. Puntos tras otro, y la emoción las invadía. Una que otra equivocación en el saque y recepción; pero nada que temer. El otro equipo era inferior a ellas y estaban en ventaja. María, la capitana, animaba a las demás. Un saque, y ¡Punto!, gritaban. Mientras que Grecia se lucía con sus mates y era de temer. Llegó el último momento y un error en recepción de las rivales les dio la victoria. El 3ro B se impuso por 2 -0 ante el 3ro A.

Los chicos del 3ro B no tuvieron la misma suerte que las damas. Perdieron 2 -1 en fútbol contra el 3ro A, en su primer partido. Una revancha entre disciplinas. La lucharon minuto a minuto, no se la pusieron fácil. Haber perdido en penales es un gran esfuerzo, que implica compromiso e identificación con su salón.

Siendo las 12:00 horas, el sol incandescente comenzaba a quemar.  Uno que otro estaba aburrido; pero un partido en particular capturó la atención de los espectadores: el enfrentamiento de fútbol entre docentes, alma máter de la escuela. Quienes no podían dejar de participar en esta mañana deportiva.

LA VICTORIA EN SUS MANOS

Fue un set de infarto. Las chicas del 3ro B se disputaban la gran final con el 4to C. Los nervios se apoderaban de todos y la inseguridad comenzaba a darles la contra. El sudor y el cansancio cubrían sus rostros, miradas que reflejaban ansiedad y temor. Pero un ¡Vamos!, ¡Si se puede! Mantenía la esperanza de salir victoriosas. No podían sentirse derrotadas ante un mal saque, un mate o bloqueo.

Cada encuentro era eterno, el tiempo se hacía distante y ambos equipos no estaban dispuestos a ceder fácilmente. De pronto un saque y ¡Punto!...  La alegría volvía a sus rostros. Un bloqueo y de nuevo otro punto. La confianza retornaba. María y Grecia, al igual que las demás chicas daban el 100% en la cancha. Y a pesar de que el 4to año tenía más gente que las apoyaban, no se dejaban intimidar.

El primer set lo ganó el 3 “B” 15- 10, el segundo set, el 4 “C” 15-12, siendo el definitivo el tercer set. Los tres primeros puntos se los llevó el equipo contrario. Pero el cuarto sería a favor de las guerreras, así las apodaron, porque no dieron ni un paso atrás. El marcador ahora anunciaba un 3-7.

Siendo las 15 horas. El cansancio ya empezaba a notarse, a solo un punto de obtener la victoria. Sacó el 4to C, en recepción Kathy Soto, le sirve a Melisa y ésta a Grecia para que dé el mate final. Una mala jugada, la pelota se fue a un lado y las rivales no pudieron salvarla. El último punto y son campeonas de voleibol este año, en el vigésimo segundo aniversario de la escuela profesional de Ciencias de Comunicación.

Lágrimas de emoción se derramaron, después de haber sufrido en la batalla. Las guerreras no pudieron contener el llanto y la euforia, el júbilo reinaba en sus corazones. Los fieles espectadores compartían esta victoria, puesto que las muchachas se lo merecieron, como recompensa a la derrota que tuvieron el año pasado, cuando disputaron la final.  Una gran lección de lucha y esmero que sin duda servirá de ejemplo para pregonar en años posteriores.


La tarde llegó y el frío comenzaba a sentirse. Son las 15:30 horas y los dos equipos ganadores, tanto de futbol como de vóley, se dirigieron al estrado para la respectiva premiación. En medio de la expectativa, los primeros en recibir el premio fueron los alumnos del 3 “B” y luego los de 4 “B”, ganadores de Futbol. Después de las palabras de la directora de la escuela, Mg. Karola Lara Manchego, se dio por terminada la jornada deportiva.

EL ARTE HECHO DANZA

Horas de inalcanzable cansancio. Una constante lucha de sacrificios en pro amor al arte. Un constante culto al ritmo irrefrenable del propio cuerpo y venta directa al por mayor del alma al diablo del perfeccionismo.

Cercado
Katherine Sheyla Surco Labra
Katherine.surcolabra@gmail.com

La música es una prolongación de la personalidad, una extremidad unida directamente al alma, que dirige sus vidas. La danza no es solo un hobby para ellos, también es un trabajo, y no cualquier otro. No es un desgaste físico que implica pasar el rato como cuando una va el gimnasio; sino requiere un duro esfuerzo a nivel físico y psicológico, como es el de los atletas olímpicos.  Y eso lo tiene bien en claro la academia de ballet de Cecilia Obregón, que cuenta con el respaldo del RAD (Royal Academy of Dance), una de las más grandes instituciones dedicadas a la enseñanza del ballet a nivel mundial.

Los bailarines profesionales de esta academia, desde que nacen están dotados de cualidades físicas especiales que los hacen perfectos para ello. Aun cuando son pequeños, entrenan diariamente, pero todavía no son conscientes de ello. Su diversión es la danza.

Una vez que son adultos, y llevan 10 o 15 años dedicándose a ello, entran en compañías de danza a trabajar, en las que llegan a entrenar entre 6 y 8 horas diarias, a un altísimo nivel, casi de atletas de élite, cosa que sólo ellos pueden hacer.

Su trabajo no se limita a aprenderse una coreografía y a moverse por el escenario acrobáticamente. Realmente quien sabe escuchar la música clásica, aprecia la delicadeza y la milimétrica precisión de los movimientos del bailarín. Estos, escuchan la música y la hacen suya, la tocan con sus movimientos y crean la armonía entre ésta y la danza.

Llegó el día en que debían de presentar una de sus obras más representativas, que les tomó 5 meses de dedicación, esfuerzo, sudor y lágrimas: “La Bestia. Historias que migran… historias con rostros”. Todos había marchado bien en los entrenamientos; pero el miedo y nerviosismo se apoderaba de ellos aquella noche. En el escenario se abrazaron, deseándose mucha suerte. No quedaba nada, los presentaron, bajan las luces, se escuchan los aplausos, y comienza la música. Se siente un ambiente tenso, ya no importa la técnica, solo disfrutar de la puesta en escena.

La perfecta armonía entre los cuerpos y sus mentes, la agilidad, coordinación, destreza, equilibrio corporal y flexibilidad hicieron de esa noche una gran gala.  A demás del montaje escénico, dirigido y coreografiado por Cecilia Obregón, donde una mujer se ve orillada a abandonar a su familia y emprender un viaje en busca de mejores oportunidades de vida. Mostraron originalidad, perfeccionismo, creatividad y versatilidad.

Después del glamour de las luces, los aplausos, los vestuarios de ensueño, el maquillaje, viajes con todos los gastos pagados y el constante alimento del ego disfrazado de artista, se esconde el otro lado de la luna:   el dolor de las interminables lesiones físicas y el rechazo al propio cuerpo, esclavo del espejo y nunca suficientemente perfecto.  Pero, a pesar de ello, la competencia con uno mismo o los demás fortalece la pasión por el arte de bailar, y los consagra.

Her­mo­sura y ele­gan­cia se con­vierte en una fan­tasía al inter­pre­tar el ballet. Más allá del “tutú” y las zap­atil­las de salto, se envuelven habil­i­dades de gran valor. Es otro día y una nueva serie de ejercicios han de practicarse en torno a la puesta en escena del Quijote, otra danza contemporánea.

UNA REVANCHA EN ZAPATILLAS DE BALLET

Hace cuatro años una severa lesión la sacó de los escenarios. Le dijeron que no volvería a danzar, pero Alejandra Nuñez se recuperó y se convirtió en una las bailarinas arequipeñas principales del Ballet Nacional. Ella formó parte de la academia de ballet de Cecilia Obregón, su primer alma máter. La semana pasada inauguró la temporada de SALOMÉ, una propuesta de danza contemporánea, donde fue la figura principal.

Fue el 18 de marzo del 2010 cuando se derrumbó en pleno ensayo. Su pierna izquierda no resistió, se rompió los ligamentos y los meniscos. Alejandra Nuñez Zavaleta pensó, por un momento, que todo había acabado. Cuando despertó en la clínica, su madre le contó que la intervención quirúrgica había sido exitosa; pero que tendría dos tornillos de titanio de dos por cuatro centímetros en la rodilla. Su médico le dijo: “Dedícate a otra cosa. La operación es muy rigurosa, no te vas a recuperar”. Alejandra recuerda que no lloró. Pensó en el ballet, lo que más la apasiona, y luego canceló todas sus presentaciones. Se miró postrada y planificó volver a la danza en el menor tiempo posible.

Salomé es una obra demasiado importante para Alejandra, sobre todo porque su vuelta a los escenarios, hace un año, fue como bailarina solista- no principal, en la obra Polos Opuesto. Su médico le había prohibido dar saltos y cuando la maestra y directora del Ballet Nacional, le propuso el papel, su negativa fue rotunda. El miedo a volver era una de sus razones, pánico escénico. Pero todas sus dudas se esfumaron cuando se calzó las zapatillas, se puso el vestuario, e imaginó el calor de la gente, la energía viajando hacia ella y la ovación inacabable.

Desde este año ha comenzado con un proyecto que le ocupa las tardes y noches: su academia de ballet. Donde van niñas de tres años hasta adolescentes con ímpetu de bailarinas. Cada vez que atiende a una nueva alumna comprueba que la vida es cíclica y que las historias suelen repetirse.  Ella dice que el ballet es un amor no correspondido, se muere por él, pero sufre mucho. Busca la perfección y es competitiva, despierta envidias, porque el papel que protagoniza es el más codiciado.

Alejandra se encuentra en una etapa de despegue y, antes de buscar la internacionalización, quiere hacer escuela en el Perú. “Me gustaría llevar a danza clásica a las personas que no pueden pagar una clase de ballet porque simplemente no tienen los recursos”, detalla.  Su academia – ubicada en calle los Arces 104-Sachaca-demuestra sus ganas de enseñar. Aún no encuentra los fondos para desplegar su altruismo, pero no duda que las empresas privadas la apoyarán en su cometido.



UN PUEBLO QUE SE CONECTÓ A UN SATÉLITE

En tiempos en que la modernidad se mide por anchos de banda y por la longitud de un cable, existe un pueblo a ocho horas de Arequipa donde internet bajo del cielo. Se llama Caylloma y sus pobladores le agradecen el milagro a una antena parabólica y a los equipos D-Link, la empresa que ha hecho de la conexión el mejor papel antagónico de lo imposible.

Caylloma
Katherine Sheyla Surco Labra
Katherine.surcolabra@gmail.com

En Caylloma no se necesitan cables interminables ni cuentas telefónicas para navegar por el ciberespacio, nada de eso. Solo una parabólica que levanta la mirada y hace suya la señal de un satélite. Sus ondas rebotan desde una torre muy alta hasta algunos de los techos a dos aguas donde se han instalado diminutos receptores de metal. El milagro ocurre desde setiembre del 2008. Reencuentros familiares, información de todo el mundo y la posibilidad de que al buscar en Google “Caylloma” -   que viene de  “Cay Ayllu Huma” que significa Cabeza de Ayllu -  se obtengan  más de 3000 mil resultados.

Tiene un cuerpo blanco de más de dos metros de alto. A su alrededor, solo hay extrañeza y admiración, ¿Una antena parabólica puede ser objeto de culto? ¿Puede tener miles de creyentes en un pueblo lejano de la sierra del Perú? En el distrito de Caylloma, tierra de los Watayponchos, en el departamento de Arequipa, parece que sí. La mayoría de la gente habla quechua, pero el idioma ya no es obstáculo para conectarse con el mundo. Los cayllominos, ahora entienden que la comunicación es una posibilidad casi divina: Internet les cayó del cielo.

Caylloma queda a ocho horas de Arequipa, aunque es uno de esos lugares a los que uno parte sin saber si llegará a tiempo. Las calles son de tierra, bastan solo treinta minutos para recorrer a pie todo el pueblo y llegar a su plaza de armas, rodeada de casas de adobe y techos de calamina que tiene el centro un águila de cobre.

La historia de esta empresa en Caylloma empezó un 8 de setiembre del 2008, cuando Henry Mercado y Víctor Llacho se reencontraron en su pueblo, en medio de la fiesta patronal, luego de muchos años viviendo afuera. A los dos les fascinaba el mundo de las computadoras. Los dos creyeron posible que en su pueblo de 4 102 habitantes merecía existir on line. En lugar instalar servidores y redes, decidieron hacerlo con una conexión remota. Caylloma queda a 4 432 msnm, tiene un cielo azul y limpio, lo cual permite que cualquier onda desde el espacio llegue con facilidad.

Henry Mercado y su socio ahora tienen una oficina en Caylloma, y administran cabinas de internet en otra comunidades como: Tisco, Canocota y Callalli. Su empresa se llama Wireless Technologies y queda en el centro del pueblo. Es una suerte de templo tecnológico que exhibe en el patio de su morada la antena blanca en forma de oreja. Pegadas en una de las paredes de la oficina, hay tres cajas de metal: son los puntos de acceso D – Link, los cuales Hacen posible la tecnología del primer mundo en una localidad dedicada al pastoreo y extracción minera.

Es un sábado de invierno y el sol quema la piel. Mercado lleva un chullo, para protegerse del frío. Su compañero usa gorro deportivo. Las viseras son importantes en los inviernos serranos. Más tarde empezará a llover, pero ni el sol, ni la humedad dañarán los dispositivos de los techos. Nada parece imposible con D-Link, que ya había convertido experiencias difíciles, en casos de éxito. Revisar su catálogo es como derrumbar la pared del futuro; no sólo hay “puntos de acceso” como los de Caylloma, también hay sistemas de redes para ver y hablar con quien sea, donde sea, en cualquier ciudad del mundo.

LA DISTANCIA SE ACORTA

Ruffino Llacma tiene 48 años y una hija de 22, Jessica. Ella vive en Argentina y trabaja en un centro comercial de la Plata. Con una radio portátil y antigua Ruffino Llacma camina por las calles de Caylloma, acompañado por doña Juana Sanca, su esposa. Jessica no tiene un teléfono, cuenta con un celular; pero es difícil llamar al extranjero, y más aún en un pueblito como Caylloma, donde no se hacen llamadas al exterior. Ahora sus padres usan un sistema sencillo que antes les fue muy ajeno: el correo electrónico. A Juana Sanca, todavía no se le nota muy cómoda “Manan chayta yachanichi”, dice (eso yo no acostumbro). Su esposo la persuade, “Josayquita casuy mamay” (obedece a tu esposo mamá). Son dueños de Caynet, el primer establecimiento on line que abrió en Caylloma, en mayo del 2008.

Don Ruffino es ganadero, hizo un sacrificio para establecer su cabina de internet. Se ha beneficiado directamente de la conexión inalámbrica. Recuerda que la conexión a internet vía telefónica era un lujo, costaba el doble y su lentitud era insoportable. Es un cliente satisfecho, como sucede con casi todos en el pueblo. Si un día Caylloma despierta sin internet, será mejor que no encuentren a los socios de Wireles Technologies, Mercado y Víctor Llacho, los acribillarían, es una exageración: pero a veces, para mejorar la conexión, ellos han suspendido el servicio por unas horas, y entonces su oficina se ha convertido en un buzón de quejas.

Llacma y su esposa se están alistando para viajar a Argentina, a ver a su hija. A su retorno quieren implementar nuevos locales de internet en los anexos de Caylloma. Ya que estos lugares están muy aislados de la tecnología. Son analfabetos digitales, y la ventaja de esas zonas es que no tiene mucha congestión para recibir la señal satelital. Se espera que este año sea posible conectarse con el ciberespacio sin cables de por medio en destinos tal lejanos como: Apacheta Rajada, Aparuyo, Jachaña y entre otros donde se llega a pie o en caballo.

A Caylloma se le acabaron los límites. Tanto así que pronto La Universidad San Antonio de Abad implementará un sistema de educación a larga distancia. En Caylloma no hay universidades, mucho menos una biblioteca municipal. La fuente de información de todo un pueblo es la gran biblioteca virtual que funciona de ocho de la mañana a una de la tarde, y desde las cinco hasta la medianoche. Muy pronto se implementará un sistema de videoconferencias y equipos de voz. Los jóvenes estudiantes tendrán acceso a Wifi gratis y clases interactivas.
POR LOS SENDEROS DE LA CIUDAD MÍSTICA

Un lugar que acaricia los sentidos, donde el viento helado toca el rostro, y la mirada se pierde en la quietud del lago, de delicado vaivén. La vida fluye entre las aguas, los pobladores y visitantes. La historia llena cada rincón, mientras que leyendas y mitos siguen venciendo al tiempo al ser contados una y otra vez.

Puno
Katherine Sheyla Surco Labra
Katherine.surcolabra@gmail.com

Le pesaba todo. Los párpados, los brazos, los pies, hasta el alma. No es para confundirse, ni estaba sufriendo, tampoco le habían roto el corazón. La mataba un cansancio que la llenaba de desesperanza. Se acostó sobre una banca y trató de descansar, con ansias intentaba escuchar las primeras caminatas en el parque. Siendo las 5 horas no sentía frío, ni hambre, solo quería pasar el tiempo y alejarse de la ciudad para sentirse mejor, porque está la estresaba. El frío callejero y las ganas de llorar de desesperación llenaban su cajón de recuerdos.  Y un viaje a la capital del folklore peruano, con los suyos le haría sentirse muy bien.

El inicio del viaje no fue muy prometedor. Le gusta la regularidad y el orden, este viaje no tenía nada de eso. Un pequeño detalle, como el que tuvieron a partir de las 9 horas en el terminal terrestre, por llegar tarde, y que solo hayan alcanzado a abordar el bus de las 12, ya condicionaba su humor. Estaba molesta, pero ese viaje rompería con algunas restricciones de su razón. Tenía sueño porque había despertado para salir a las 7 horas. Sabía que era un problema trivial; pero este se agiganta cuando no hay donde acostarse. Así que lo único que hizo apenas subió al bus fue dormir.

Ella sabía que aprovechar los viajes como si fuesen únicos, o al menos eso enseña el sentido común de las películas, era importante, para no perderse la vista paisajista; pero eso no le quito el sueño. Los paisajes de la vía Arequipa – Puno, se repiten como el fondo de los picapiedra; curvas, lomas, cerros, y largas pampas, hasta que todo se vuelve en una amalgama: amarrillo, gris y azul. Este sueño no le fue reconfortante; pero si placentero.

Finalmente llegaron después de varios trancones y algunas quejas de pasajeros fastidiosos e impacientes. Fueron 5 horas de viaje. Bajaron y el terminal terrestre de puno estaba atiborrado de gente. Luego empezaron su trayecto por las calles de puno, lo primero que se sintió, aparte de un adormecimiento integral generado por la altura, es un choque cultural enorme, propulsado por la presencia de muchos turistas. Tras haber caminado cerca de media hora, se encontraron con quien los acobijaría. Una vez acomodados en el hospedaje de un amigo, la brisa helada la cubría, trato de cerrar los ojos y dejarse llevar por el cantar de los pájaros mañaneros, así esperaba que amanezca rápidamente.

Amaneció y se enfrascaron en un tours turístico. En Puno todas las calles llegan al lago Titicaca a cuyas orillas se encuentra esta ciudad. A 3.809 metros sobre el nivel del mar, debería ser la capital del hielo. Allá solo existen dos estaciones, una de lluvias y la otra en la que la lluvia desaparece; lo que no desaparece nunca es el frío y las islas flotantes de totora de los Urus. Destino al cual ella y los suyos se dirigirían.

 Abordaron el bote. La magia del resplandeciente sol, la brisa de los vientos alisios, el contraste de celestes - blancos y verdes - amarillos, difuminados a través de la fría y lluviosa ventana del bote, transmitían grandeza. Las olas que surcaba el agua, hacían de ese día una gran experiencia inolvidable. El paisaje puneño se enmarcaba dentro del más perfecto cuadro minimalista existente. Urus sorprendió a los visitantes.

A 7 kilómetros lago adentro contemplaban las islas flotantes, que son 20. En cada isla viven unas 20 familias, que de día permanecen ahí por motivos turísticos y de noche se van a dormir a tierra firme. Las familias de los Incas viven en las islas flotantes del Lago Titicaca desde hace 400 años; ahora tienen escuelas en Aymara, energía eléctrica, telefonía celular y televisión, pero sobre todo adoran al lago.

A su regreso, después de una larga travesía por las Islas de Taquile y Amantaní. Los síntomas de la puna la consumían: Náuseas y fatiga. Nunca habría imaginado que unas pocas horas más tarde su estado empeoraría. Ella había abusado, no se cuidó, se abstuvo de beber o comer durante las primeras horas. Lo que en ese momento no sabía era que su organismo gritaba por un poco de líquido para lidiar con el elevado ritmo de deshidratación que ocurre en altura por lo seco del aire.

LOS GUÍAS DESCONOCIDOS

Tomaron un taxi y le pidieron que les haga un tour por la ciudad. Los puneños se sienten orgullosos de su tierra y se ofrecen generosos a mostrarla, fingiendo muchas veces de guías improvisados. Juan, el taxista, deja escapar algunas sonrisas tímidas cuando empezaban con sus preguntas, minutos después no hay quien lo detenga. Mueve los brazos, habla sin parar, gesticula, el amor por su tierra se escapa a borbotones y ellos no podían hacer nada más que escuchar. Conocer la ciudad a través de sus pobladores es siempre una buena idea y un buen comienzo, ella pensaba. 

Juan los llevó, al Santuario de San Bartolomé, se baja del taxi, relata que la imagen que da el nombre a la iglesia data del siglo XVI, el patrón de la ciudad, les cuenta de la festividad, que dura siete días y se lleva cabo la primera semana de mayo. "Hay novenas, fiestas, bandas y danzantes, castillos y viene gente de todas partes", decía Juan, totalmente emocionado. Su descripción sonaba más a invitación por lo que prometieron volver a disfrutar de esa fiesta.

Apuraron el paso y Juan los llevó esta vez al mirador de la ciudad. No podían terminar mejor aquel día, sentían como si la tierra mística los hubiese estado atando a que se quedasen. El sol va cayendo detrás de las innumerables montañas, detrás de esas quebradas y valles que desconocíamos. Cielo y tierra se van llenando de puntitos brillantes. Más abajo, Puno comienza a iluminar su oscuridad y en el cielo las estrellas empiezan a aparecer por montones. 

 La temperatura había descendido y decidieron volver, Juan los deja en un pequeño restaurante de la avenida Lima, no sin antes hablarles de los platos típicos. Siguiendo las recomendaciones de su guía decidieron probar el Thimpo de Carachi, una sopa hecha a base del pescado Carachi, típico del lago Titicaca, que mide de 10 a 15 centímetros. Tiene alto contenido de fósforo. Se sirve con papas y chuños enteros, muña, cebolla, ajo y ají. Nada mejor para calentarse.
EL VACÍO DE UN TRISTE ADIÓS

Luego de un mes, continúa sintiéndose afligida por la muerte de su perrito, Locky, que ni siquiera puede hablar de aquel 15 de mayo, día en que lo vio partir para no más regresar. Extraña mirar televisión con él sobre su regazo; pero sobre todo su compañía. Un descuido lo llevó a la muerte.

Cerro Colorado
Katherine Sheyla Surco Labra
Katherine.surcolabra@gmail.com

La mañana del 2 de diciembre parecía un día común y corriente. La brisa del viento, el cantar de las aves, el motor de los carros y un despertador anunciaban un nuevo día. Eran las 6 horas y la alborada resplandecía. Tenía que ir a clases, Sheyla se había quedado dormida. Se alistó tan rápido como pudo y tomó la estación del bus para dirigirse a la universidad. Sin pensar que esa tarde conocería a alguien muy especial, un ser que cambiaría por completo su vida y la llenaría de dicha todos los días, su cachorrito, Locky, quien en  una par de días pasó a ser el engreído de la familia.

Las mascotas llegan a convertirse en alguien muy importante en la vida de uno, y ocupar un sitio especial en tu corazón. Una mascota puede ser un compañero fiel, una parte integral de la vida hogareña y del programa diario de una persona. Cuando muere una mascota especial, esta pérdida puede tener un impacto significativo sobre la salud y el bienestar de una persona.

A penas una semana antes Sheyla perdió a su gato, copito, este se escapó. Se sentía triste y necesitaba la compañía de un fiel amigo. Su enamorado, muy complaciente con ella, esa tarde, del 2 de diciembre, la sorprendió con un cachorro, después de salir de clases. Locky, como así lo bautizó, había sido adoptado del albergue de perros, lo abandonaron al asecho; pero encontró un buen refugio en ese lugar.

A penas ni los miraba. Iba todo muy  rápido, de la mejor manera posible. Él saltaba, contento, inocente y alegre a pesar de todo, siguiéndolos por donde iban.  Su cola y sus ojos no paraban de moverse. Tiraba de la correa mientras iban a casa. Ya se hacía de noche y por fin llegaron. Esperaban las hermanas de Sheyla, que quedaron emocionadas con la llegada del nuevo miembro de la familia.


Pasaron los días, y Locky se acostumbraba más a la familia Surco y ellos a él también. Al principio parecía tímido; pero cuando entró en confianza puso la casa de cabeza. Le gustaba jugar a las escondidas, siempre encontraba a Sheyla y a sus hermanas. Corría, pero se agitaba muy rápido, y para que no se enfermase lo hacían dormir en la cama, cosa que después ya no pudieron hacer, porque ensuciaba dentro de casa. Si algo amanecía roto, ya había un culpable.

Todo marchaba bien, ya había transcurrido cinco meses y una semana desde que Locky llegó al hogar de Sheyla; pero un descuido grave lo llevó a la muerte. Al cachorrito le gustaba salir a la calle, y empezó a andar con otros perros. Su falta de vacunas y dosis contra el parvovirus, sumado a la fuerte infección estomacal que tuvo, acabaron por debilitarlo. En vano fueron los esfuerzos que el veterinario  hizo, ya nada se podía hacer, era demasiado tarde. Tras una semana de agonía, y con la esperanza de verlo recuperado, Sheyla optó por apagar su sufrimiento; aunque esa decisión le partiera el alma y la dejara sumergida en la más triste melancolía.

Las mascotas pueden proporcionar a sus propietarios la sensación de propósito y realización, compañía, afecto, aceptación y amistad. Confían en sus propietarios por alimento, agua, ejercitación y cuidado médico, lo que puede proporcionar al propietario un sentimiento de responsabilidad y de ser necesitado.  Sheyla y sus hermanas no llevaron a Locky a todas sus citas médicas con su veterinario, trayendo como consecuencia del deterioro de la salud del cachorro.

Aún recuerda su mirada,  sus ojos grandes  y largas pestañas. Su pelaje suave y agudos ladridos, cuando don Eusebio Surco llegaba de trabajar y presionaba el claxon de su auto. Aquel traje que le quedaba pequeño y el peluche con el que le gustaba jugar. La casa se siente vacía, sola y en  silencio, no escuchan aquel gruñido y el jadeo que solía hacer cada vez que se cansaba jugando y recostaba en los pies para descansar.

DOLOR Y PÉRDIDA

Un día Kimberly, la hermana de Sheyla, trajo a  vivir a casa un hámster. Una criatura diminuta, de color blanco, ojos rojos, colita pequeña y orejas paradas. Estaba domesticado y le gustaba correr en su rueda, nunca se cansaba, iba de un lado a otro, mirándolos fijamente. Comía semillas de girasol, pepitas de zapallo, arrocillo y queso.

 Lo bañaban  cada 2 semanas, le gustaba estar en el agua y meterse el aserrín en la boca, quedaba con los cachetes hinchados, por que guardaba de todo en este, desde comida hasta pedazos de tela que arrancaba del cubrecama, y las pelusas de la frazada. Pero sobre todo, les encantaba cuando dormía profundo y placenteramente.

Después de 7 meses de haberlo comprado y de las carcajadas que alegraban a Sheyla y sus hermanas cada vez que Gus Gus, hacía una travesura y ponía de cabeza la casa., sobre todo cuando se escaba de su jaula y era una travesía atraparlo. Un 15 de febrero del 2013, lo recuerdan bien, su pequeño hámster  amaneció muerto. Había crecido y su rueda le quedaba pequeña, apenas y entraba. Se atascó en uno de las argollas de su circuito de juego, asfixiándose. Nada pudieron hacer, quizás si éste hubiera dormido con ellas estaría vivo, pero durante la noche nadie lo escuchó y murió sin que ellas puedan despedirse.

Para Sheyla fue difícil sobreponerse a esta pérdida. Era la primera vez que tenía de mascota a un hámster, al que le había dado mucho cariño y alegraba sus días, sobre todo cuando se sentía sola. Compraron otro, para tener presente a Gus Gus, pero éste no estaba sanito, a la semana de tenerlo, también murió. Empezó a estirarse de repente, cuando parecía estar muy sano, lo llevaron al veterinario; pero en la ciudad no hay especialistas para atender a estas mascotas, así que le pusieron un inyectable para acabar con su sufrimiento.

Aunque sea difícil, la vida de los seres cumple su ciclo en la tierra, y al igual que el hombre, las mascotas también deben de irse, es su destino y solo queda superarlo, se dijo Sheyla.  El dolor es una respuesta natural a la pérdida de un vínculo. Es normal padecer dolor por una mascota que ha sido parte de su vida. La integración entre Sheyla, sus hermanas, Locky y Gus Gus, fue una experiencia vivencial compartida. Dos angelitos partieron; pero fueron, son y serán parte de la familia Surco, aunque ya no estén aquí.